Gastón Cuello cumplió un gran sueño. El puntano, junto a Julieta Cuvertino (Mendoza), fue medalla de bronce en el Mundial de patinaje artístico que se desarrolló en Colombia. Fue en la modalidad parejas mixta junior. Gastón pertenece al Club Círculo Sanluiseño de Patinaje Artístico que está ubicado en la Escuela Nº 51 del barrio Eva Perón.
Abrazó esta disciplina cuando tenía 7 años. Y fue por curiosidad: su hermana hacía patín y él quería ver de qué se trataba. Hizo fútbol, pero cuando descubrió el patín no se separó nunca más. Y hoy con 18 años se subió a un podio mundial.
Su participación fue junto a Julieta Cuvertino, de 14 años, del club Beltrán de Mendoza. El proyecto de parejas comenzó hace cinco meses y ambos deportistas son tan talentosos que lograron una clasificación al Mundial en tiempo récord, compitiendo con parejas de Italia, Brasil y también otra pareja argentina. Las demás parejas llevan más de tres años compitiendo juntos, Gastón y Juli tan solo cinco meses, y a pesar de dar esa ventaja, fueron protagonistas en un certamen que reunió a los mejores del planeta.
El camino a Colombia no fue fácil. Participaron del Campeonato Argentino A en Río Segundo, donde consiguieron la clasificación, y luego la convocatoria a la Selección de parejas que se realizó en el Cenard.
Con solo cinco meses entrenando, compitieron de igual a igual con parejas con más tiempo de trabajo.
Los entrenamientos para llegar a la gran cita fueron duros. Más de cinco horas, entre patín y gimnasio. Pero el amor tan grande por esta disciplina hacía más tranquila la cosa. Como si esto fuera poco, las prácticas eran una vez en San Luis y otra en Mendoza, ciudad de donde es su compañera. Y para sumarle más sacrificio, había que juntar el dinero para estar en Colombia. Bingos, números de rifas, empanadas: todo valía para sumar y llegar a la cantidad requerida para estar en el Mundial. No era solo pensar en entrenar, el tema monetario se metió en el medio y les quitó tiempo y tranquilidad. Nada de eso los sacó del objetivo: se arremangaron, entrenaron, juntaron el dinero para viajar, compitieron y se subieron al podio.
Dicen que a los sueños hay que perseguirlos, ¡y vaya si Gastón los persiguió! Cuando hace 11 años acompañó a su hermana para ver de qué se trataba el patín, nunca imaginó que este deporte le iba a regalar semejante alegría. Fue tercero en un Mundial. Cierra los ojos y le pasan un millón de imágenes: el sacrificio de la familia, el esfuerzo en cada entrenamiento, la impotencia cuando algo no salía bien, los nervios de saber si podrían juntar el dinero para viajar; todo eso le dio más fuerza para salir a comerse la pista. Cuando estaba en el podio, seguramente se le habrá escapado alguna lágrima pero de alegría, de saber que cumplió, que el pibe que entrena en una escuela del barrio Eva Perón se codeó con los mejores del planeta. Una lágrima que fue sinónimo de esfuerzo. De resiliencia. De amor por lo que hace.
El patín artístico de San Luis goza de muy buena salud. Y este podio que viene de un pibe que entrena en un barrio invita a soñar. Demuestra que con esfuerzo se puede. Que no hay que tenerles miedo a los desafíos. Que hay que animarse. Gastón Cuello es el claro ejemplo de que se puede. Hoy atesora esa medalla y no es para menos: fue bronce en un Mundial. Y, seguramente, lo mejor está por venir.